- Habla con tu hijo de lo que hace en el colegio. Escucha sus preocupaciones académicas, con sus profesores, la dificultad que le suponen algunas cosas, la facilidad de otras y ayúdale a guiar y resolver sus preocupaciones.
- Fíjate si muestras más interés por las calificaciones o por el progreso personal. La finalidad es aprender, sacar provecho del aprendizaje, no solamente aprobar. Ten en cuenta la dificultad de la tarea y sus conocimientos previos. Muchas veces avanzamos en la tarea sin dominar pasos esenciales.
- Ofrécele tu ayuda si la necesita. No resuelvas la tarea por él, valora si puedes explicárselo y ayudarle a que lo resuelva por sí mismo. Si no puedes, el profesor es la mejor persona para resolver sus dudas.
- Evita comparaciones con sus compañeros, hermanos o familiares. Así conseguiremos que el aprendizaje sea un fin en sí mismo y no una forma de competir con otros.
- ¿Damos ejemplo de interés por aprender? Un entorno que sea fuente de aprendizaje, que despierte la curiosidad por aprender será un modelo fantástico. Qué mejor ejemplo que unos padres, hermanos, abuelos… curiosos, abiertos a nuevas experiencias, lectores y colaboradores. Poco podré hacer si me paso el día viendo la tele o liado con el móvil y después intento que mi hijo lea.
- Reconoce su esfuerzo y la necesidad de esforzarse para conseguir sus propósitos. Las recompensas materiales no están mal al principio, aunque deben ir siendo sustituidas por las recompensas sociales, el elogio por el trabajo bien hecho.
- El espacio para el estudio es un aspecto esencial que va a influir en la cantidad y calidad del aprendizaje. Busca un sitio espacioso, con luz natural, el material suficiente para no levantarse, sin distractores (muñecos, teléfono, música, televisión, ventanas…) e intenta que los horarios para hacer las tareas sean los mismos.
Como sabemos, la motivación es compleja y entran en juego multitud de variables. Es en la infancia donde aprendemos a enfrentarnos a nuestros éxitos y fracasos con la ayuda de los que están a nuestro lado.
En definitiva, se trata de ayudar a los niños a hacer las cosas de la mejor forma posible, no para conseguir la aprobación de los demás sino para enriquecerse con el aprendizaje.
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